SERPIENTE

Ubicación: Catedral Sagrada Familia Barcelona (España).

Análisis iconográfico: Se trata de una serpiente enroscada en forma de anillos con boca entreabierta enseñando sus colmillos a modo de ataque.

Análisis iconológico: En Occidente se habla de las serpientes como símbolo de la envidia y de la calumnia, recordemos el célebre dicho de tener lengua de serpiente, en Oriente, en cambio, este reptil está considerado como benéfico. Su veneno forma parte de algunas preparaciones farmacéuticas. La célebre farmacia de San Salvador en Jerusalén guarda un vaso con la inscripción “THERIACA”, destinado a recoger el veneno de una víbora de Palestina.

En Oriente se aprecia a la serpiente por creerla en contacto con lo divino y con lo terrenal y está asociada a las nociones de vida y sabiduría. Es el animal más astuto, capaz de vivir entre las rocas, de trepar por los muros y de estar en contacto con las fuerzas misteriosas de la tierra, debido a su capacidad de reptar que la apega más al contacto directo con la tierra.

Cuando durante la primavera tiene su periodo de escamación, parece que adquiere vida nueva y nuevo aspecto, simbológicamente hablando abandona su vida pasada para renacer de nuevo cada primavera. En la leyenda oriental de Gilgamesh, héroe asirio en busca de la inmortalidad, es la serpiente la que roba el árbol de la vida mientras duerme y rejuvenece al tomar su fruto.

En Egipto, el faraón llevaba sobre su tiara el “uraeus”, pequeña serpiente que era símbolo de la realeza. Esculapio, el dios de la medicina, se le representa por una serpiente cuyo veneno servía de medicina, base del icono de la medicina actual una serpiente enroscada en una copa.

Mercurio, el mensajero de los dioses, está figurado por un caduceo o vara rodeado de dos serpientes contrapuestas, símbolos de la paz, estando su culto muy extendido por todo Oriente Medio.

El culto a la serpiente está atestiguado en la Biblia, en “el libro de los Números”, cuando el autor sagrado habla de la serpiente de bronce que los israelitas erigieron en el desierto (Núm. 21, 4-9). Es más, el culto a la serpiente de bronce fue introducido en el Templo de Jerusalén, a la que se ofrecían sacrificios, y esto hasta la reforma de Exequias quien “suprimió los santuarios de los altozanos, derribó las estelas, arrancó los postes sagrados y deshizo la serpiente de bronce hecha por Moisés, pues los israelitas continuaban todavía quemándole incienso” (2Re 18,4)

En el relato bíblico de la tentación de Adán y Eva aparece la serpiente que les promete la vida y el conocimiento si comen del fruto del árbol del bien y del mal: “No moriréis y se abrirán vuestros ojos a un conocimiento superior que es el de los dioses” (Gén, 3,5). Se dice que la serpiente es astuta, “arum” en hebreo. Siendo arum el término usado también en el libro de los Proverbios para describir al sabio (Pr 12,16; 13,16).

El episodio de la serpiente de bronce elevada por Moisés en el desierto está profundizado en el “Libro de la Sabiduría” (16,5-11). La serpiente de bronce es llamada como “signo de salvación”. Sin embargo, la literatura sinagogal precisa que no era la serpiente la que curaba, sino la fe de los que elevaban los ojos hacia el Padre celeste. En el evangelio de san Juan la serpiente aparece en paralelo con la elevación de Jesús en la cruz: “Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna” (SJ 3, 14-15). Una representación monumental de la serpiente de bronce se halla en el monte Nebo, en Jordania, lo que permite al peregrino evocar éste pasaje bíblico.

La serpiente es un símbolo ambivalente, pues puede estar considerada como animal salvador y como reptil maldito. Es símbolo de la astucia y al mismo tiempo de la salud. La serpiente se puede transformar en adversaria del hombre. Entre la serpiente y la mujer hay relaciones de enemistad después del pecado de Adán y Eva (Gén, 3,15). El autor del “Libro de la Sabiduría” identifica la serpiente con el demonio, así como lo hace el Apocalipsis de Juan: “y el gran dragón, que es la antigua serpiente, que tiene por nombre Diablo y Satanás y anda seduciendo a todo el mundo fue precipitado a la tierra” (Ap 12,9).

En fin, la imagen negativa de la serpiente se impuso en Occidente, olvidándose de los posibles significados positivos de este reptil, que es comparado a veces, por su sagacidad, cautela y capacidad de resurrección con la figura de Cristo.

Después que los israelitas mostraron que se habían arrepentido de su pecado de idolatría, Jehová mandó a Moisés que hiciese una serpiente y la colocase sobre un poste-señal (nes). “Moisés enseguida hizo una serpiente de cobre y la colocó sobre el poste-señal; y en efecto sucedió que si una serpiente había mordido a un hombre y él fijaba la vista en la serpiente de cobre, entonces se mantenía vivo.” (Nú 21:5-9.). Es evidente que este poste-señal estaba en un lugar fijo y sin duda elevado, de modo que fuese visible a los israelitas que habían sido mordidos De manera similar, en el 537 a.C., Jerusalén (cuya reedificación se había predicho) llegó a ser la señal enhiesta que invitaba al resto judío a dejar las tierras a las que había sido dispersado y regresar a la entonces desolada Jerusalén para reedificar el templo. (Isa 11:11, 12;) Sin embargo, la profecía no se limita a esta aplicación en el siglo VI a.C. Isaías 11:10 dice: “Y en aquel día tiene que suceder que habrá la raíz de Jesé que estará de pie como señal enhiesta para los pueblos”. El apóstol Pablo aplicó estas palabras a Cristo Jesús, el que gobernaría naciones. (Ro 15:8, 12.).

Fih.- Srpiente Sagrada familia, Barcelona España.


 Además, Jesús se llamó a sí mismo la “raíz de David”, el hijo de Jesé. (Rev 22:16.) Por consiguiente, la señal enhiesta es Cristo Jesús como rey, reinante de pie sobre el monte Sión Celestial. (Rev 14:1.).

Los israelitas conservaron la serpiente de cobre, y con el tiempo la utilizaron de modo impropio, pues la adoraron y le ofrecieron incienso y otros aromas propios de los dioses. De ahí que el rey judaíta Ezequías (745-717 a.C.) hiciera destruir la serpiente de cobre, que tenía más de setecientos años, como parte de sus reformas religiosas, pues el pueblo la había convertido en un ídolo.

De acuerdo con el texto hebreo, el relato de Reyes 18:4 dice de forma literal: “Él (uno) empezó a llamarlo Nehustán”, por lo que la gran mayoría de las versiones castellanas han dejado esta palabra sin traducir. No obstante, los significados que se apuntan para el término hebreo nejusch·tán son “Serpiente de bronce” e “Ídolo-serpiente de bronce”.86 Por eso, la traducción del Nuevo Mundo dice correctamente que a la serpiente “Solía llamársele el ídolo-serpiente de cobre”.

Jesucristo dejó claro el significado profético de ese incidente que ocurrió en el desierto relacionado con la serpiente de cobre cuando dijo a Nicodemo: “Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:13-15.) Tal como Moisés colocó la serpiente de cobre sobre un poste en el desierto, el Hijo de Dios fue fijado en un madero, dando ante muchos la apariencia de ser un malhechor y un pecador despreciable como una serpiente, alguien maldito. (Dt 21:22, 23; Gál 3:13; 1Pe 2:24.) En el desierto, cualquier persona a la que hubiera mordido una de las serpientes venenosas que Jehová envió a los israelitas tenía que mirar a la serpiente de cobre con fe. De manera similar, para obtener la vida eterna mediante Jesucristo, es necesario ejercer fe en él.

49 Hebräisches und Aramäisches Lexikon zum Alten Testament, Leiden, 1983, pág. 653

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