CABRA
Localización: Catedral de Reims Francia
Análisis Iconográfico: Observamos una figura recostada sobre su vientre, con las patas traseras recogidas y cubiertas de pelo, las delanteras elevadas sobre el
torso, mostrando
pezuñas, su cuerpo es rechoncho y recuerda
a otros de su misma ubicación, la
cabeza de metal
y de color oscuro representa la
cabeza de una
cabra de cuernos retorcidos y con boca abierta, para ejercer
mejor su función.
Análisis Iconológico: La cabra aparece
en línea general asociada
al simbolismo de ansia
de libertad y deseo de emancipación, siendo de ésta forma como
se la ha tratado de representar
durante siglos, por artistas y literatos, así
pues La Fontaine decía que el propio nombre
de cabra simbolizaba todo aquello relacionado
con el capricho y antojo.
La cabra
entre los pueblos
del Indo, simbolizaba la “sustancia primordial”, que no aparecía con facilidad, ni se manifestaba, ya que el concepto cabra implicaba en sí mismo contenidos relativos a lo aún no gestado, a lo no existente, pero que tenía que existir. Temiéndosele incluso como madre del cosmos y unida a los colores esenciales, el blanco, el rojo y el negro, correspondiéndose éstos a la vez con los elementos y cualidades primarias.
En el culto a la fecundidad, en los pueblos
germanos, aparecía
la cabra y su leche en una posición muy relevante, su leche servía para amamantar
a los guerreros que conquistaban territorios en nombre de Odín, su dios.
En la época clásica,
la cabra estaba considerada como la nodriza
de Zeus, a quien la figura de la cabra Amaltea amamantó
con su leche, formando parte por
tanto, de los rituales
y cultos con ocasión de las respuestas dadas a las preguntas planteadas
en el oráculo de Delfos.
En china se consideraba que la cabra era el soporte o yunque sobre el que golpeaba el dios del rayo para forjar los mismos, siendo
de igual manera
el parecer de los tibetanos, para los que el animal
estaba íntimamente asociado
al poderoso dios ígneo Agni, entidad
que enviaba el fuego de manera constante.
Fig.-Dios
Agni.
Para los romanos, la cabra era símbolo de ascetismo y sacrificio, vistiéndose
a veces por ello con pieles de erizadas hebras de pelo de cabra, recibiendo éste tipo de vestidos
el nombre de “Cilicium”, que consistía en ser una túnica de tela áspera o de pelo animal, su nombre deriva del lugar de origen de la cabra del
que estaba hecho Cilicia, una provincia romana del sureste de Asia Menor, pudiéndose usar también como faja alrededor de la cintura
o el vientre. La arpillera, que estaba realizada
de pelo de camello, tenía un uso muy similar
y se cita en numerosas ocasiones
en el Nuevo Testamento como símbolo de luto y penitencia,
éste era el tipo de vestimenta
que usaba Juan el Bautista, siendo su referencia
más temprana en el salmo
34 de “La Vulgata” de san Jerónimo de Estridón…” Pero yo, cuando
ellos enfermaron, me vestí
de cilicio; Afligí
con ayuno mi alma,
Y mi oración se volvía a mi seno…”.
Según Frazer18recopilador de estudios sobre simbología…”La cabra fue en un
tiempo un animal sagrado o encarnación de Atenea, como puede deducirse de la práctica de
representar a la diosa cubierta con una piel de cabra. No obstante, ni la cabra fue sacrificada como regla, ni se le permitió entrar en su santuario, la Acrópolis
de Atenas. La razón alegada para esto era que la cabra dañaba al
olivo,
árbol sagrado de Atenea”.
De acuerdo
con su género puede representar distinto
valor simbólico. De manera positiva la cabra se asocia con la agilidad, con el gusto por la libertad espontánea y caprichosa, así como con cierto carácter nutricio y fértil (pertenece a Amaltea la cornucopia o cuerno de la abundancia.) También en la Biblia se la cita
como estado de ánimo “…He
aquí que mi pariente viene como una cabra,
que salta sobre los montes, corre a través de las colinas
y en los valles pace.”(Cantar de los cantares)
De forma negativa, el macho, se relaciona con la lascivia, la lujuria y la
sexualidad desenfrenada, aludiendo a la corrupción del instinto
sexual y a la
perversión del impulso vital, teniendo
ésta carga tan negativa, también alude al engaño, al error y a la avaricia.
Pero, sin embargo, es en la Edad Media, cuando se la relaciona
con su lado más oscuro, relacionándola directamente con el diablo, ya que mezclando la imagen de sátiro
o fauno con la del macho cabrío se le simbolizaba presidiendo los aquelarres interactuando con las brujas, que asistían
volando por el aire montadas sobre estos animales.
Fig. -Imagen del Diablo.
1 FRAZER, JAMES
GEORGE (2011). La rama dorada: magia y religión. Nueva edición a partir de la versión original en 12 vols. México: Fondo de Cultura Económica.
Cuando presenta
la condición de macho joven,
se le denomina chivo, siendo
en la antigüedad el animal
que usaban los israelitas para limpiar y expiar sus pecados, transgresiones
y desobediencias, abandonándolo en el desierto, como simbología de su arrojo al infierno. De ahí derivará la expresión de “Chivo
expiatorio”, que señala a aquel que se ha cargado las culpas de otro, liberándose
el culpable, de las consecuencias de sus actos.
Fig. -Acto
ritual de magia
negra.
La vitalidad de éste animal
impresionó en gran manera
en el mundo antiguo, tal era su resistencia,
que tiraban del carro del dios Thor, siendo, por tanto un animal
asociado al trueno, y su
cornamenta con el rayo.
Como tal animal, posee una gran facilidad para escalar
y acceder en lugares de difícil
acceso, Rábano Mauro, llega a identificar como santos a los hombres
que cabalgan en cabras,
como los que aparecen representados en el Claustro
de santo Domingo de Silos, reforzando su imagen de símbolo de la sabiduría, ya que al igual que el hombre
sabio hace con su pensamiento, es capaz de llegar a los lugares más altos y ver más lejos y más cosas que nadie.
Fig.-
Thor atacando a sus enemigos montado sobre sus machos cabríos Tanngnjóstr (rompedientes) y Tanngrisnir (crujir de dientes)
.
T
ambién es vinculada
a su vez con el dios Dionisio (Baco),
además de proporcionar muchas de las características físicas
al dios Pan y los sátiros
y faunos, tales características devienen por la intensa actividad sexual
de las mismas en invierno, que es cuando la hembra entra en celo, siendo
considerada tal actividad, por los judíos como mera lujuria incontrolada. El culto de Dionisios incluye sátiros y silenos, representados con forma de machos cabríos, dotados
de un fuerte poder sexual, si miramos retrospectivamente a la cultura griega, la figura de los mismos, tendrían una carga positiva, pues ellos simbolizan la fuerza vital
de la pasión y la embriaguez del sexo, pero un observador israelita o protocristiano
destacaría los rasgos negativos de ese culto, siempre
asociado con lo diabólico. Un trasfondo
en parte semejante puede hallarse en el Antiguo
Testamento, donde una especie de demonios reciben
el nombre de “Satir”, machos cabríos
o cornudos. “No inmolarán sus víctimas a los sátiros con los que se han prostituido” (Lev 17, 17).
Probablemente estos mismos sátiros
se encuentran asociados
con Azazel, a quien debe enviarse un chivo o macho cabrío cada año (Lev 16,7-10,20-23).
Hecho de gran importancia,
ya que nos encontramos de nuevo con
la figura del chivo expiatorio, cargado con los pecados del pueblo, simbolizando, el aspecto maléfico del pueblo de Israel, condenándolo a ser enviado al desierto de Azazel, de manera semejante
las cabras en Mt 25,32, significando el mundo pecador y
siendo arrojadas al fuego del diablo
y sus ángeles, los demonios, aunque ambos machos cabríos
son distintos en su denominación en Lev 16,7 aparece como Khimaros19,mientras que en Mt 25,32 habla de Eriphos20. Influyendo por tanto, tales
visiones en el concepto cristiano sobre
éste animal como personificación de la
impureza y la lujuria, en los escritos
de Horacio21se identifica
al macho cabrío con la
lujuria, identificación que adoptaron los primeros cristianos para diferenciarse de los cultos dionisiacos, a pesar de que en la tradición rabínica
el macho cabrío, se identifica
como animal sacrificial, como al toro (Gén.22,13;), recordemos el momento en que Abraham encuentra un macho cabrío atrapado
entre las zarzas para ofrecerlo en sacrificio en lugar de su hijo Isaac. Relacionándolo a la vez
con el concepto del “Mal señor”
cuando se simboliza un macho cabrío al frente de un rebaño, ya que representa a los poderosos
que conducen a la perdición
a aquellos que son débiles de espíritu. Todo ello, refuerza
su simbología cuando simboliza a los pecadores del Juicio Final, cuando
Dios separará las cabras de las
ovejas, por lo que también es posible que de aquí derivase la imagen del diablo, que los cristianos tienen, vinculándolo a la imagen de éste animal,
y poniéndolo como práctica
continuada su adoración por parte de cualquier
culto que no fuese
cristiano, convirtiéndola como tal práctica en satánica. (Siendo Satán una palabra que desciende del término árabe “Shaitan”
que significa contrario
y no demonio). Tomando la idea del pastor y su rebaño del mundo cotidiano
del antiguo oriente mediterráneo, así Mt 25,32 y 31,45 compara el Juicio Final con
la acción del pastor que al terminar el día, separa ovejas y cabras (Probata
y Eriphia), gesto muy normalizado en tierra de pastores, donde los rebaños
mixtos suelen separar su ganado para ofrecer mejor
refugio a las cabras, más sensibles
al frío y para que las ovejas puedan
descansar más tranquilas.
HORACIO (2008). Sátiras. Epístolas. Arte poética. Edición José Luis Moralejo
Fig-Quimera
de Notre Dame de París, representando una cabra.
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