CARACOL



Localización: Sagrada Familia Barcelona (España).
Análisis Iconográfico: Caracol descendente con la cabeza levantada y la boca abierta.
Análisis Iconológico: El caracol pertenece a la clase de los gasterópodos, que son moluscos con el cuerpo asimétrico, y portadores, casi siempre, de una concha dorsal con una torsión en espiral que se enrolla sobre sí misma 180 grados a la derecha, que es donde se refugia la masa visceral. Los caracoles poseen una boca con rádula, que es un órgano raspante con dientes quitinosos que emplean para raspar los vegetales y hasta las rocas. El pie está bien desarrollado y la piel es rica en glándulas que segregan mucus que les facilita el desplazamiento. Tanto la cabeza como el pie pueden introducirse en la concha ante condiciones desfavorables.
Los caracoles tienen su mayor actividad durante la noche y en días oscuros, húmedos y nublados. En días soleados se esconden en sitios húmedos, bajo la sombra. Cuando el caracol crece, también lo hace su concha. Un caracol cierra una sección de su concha y añade una nueva cámara al crecer, cada cámara es más grande que la anterior por un factor constante. En algún momento, el caracol construye un reborde alrededor de la abertura de la concha, deja de crecer, y comienza a reproducirse.
El autor Ivan Illich22 nos enseña no solamente la necesaria lentitud sino también otra lección todaa s necesaria y metafórica de la estructuración de nuestro Sistema de vida y economía basada en la estructura de la concha del caracol.


“El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez s amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira s daría a la concha una dimensión dieciséis veces s grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobre crecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética”
El caracol representa muy bien la simbología que impregna el conjunto de propuestas que acompañan al decrecimiento: la reivindicación de la lentitud como oposición al uso compulsivo del tiempo, la simplicidad o sobriedad voluntaria que supone vivir con “lo puesto como vive el caracol, sin posesiones superfluas (priorizar la convivencialidad feliz frente al consumismo y la acumulación frenética), el uso medido y moderado de la energía propio del avance pausado de este animal la ausencia de residuos, salvo un leve rastro que la naturaleza absorbe sin problemas... Todo ello implica una serie de rechazos a nuestro tipo de vida material.

1    IVÁN ILLICH ,(2006), Obras Reunidas I y II, rev. de Valentina Borremans, Javier Sicilia, México: FCE,

El caracol aquí representado se sitúa a ambos extremos del ábside, en las escaleras laterales, las gárgolas representan figuras de caracoles de tierra de grandes dimensiones en el lado de Poniente, y caracolas marinas en el de Levante, con la clara intención de simbolizar las referencias helicoidales entre ambos, escaleras y caracoles, así como para indicar que con lentitud y paciencia se consigue ascender y alcanzar los objetivos. Las gárgolas a media altura del ábside sirven para la evacuación de aguas pluviales que se acumulan en las cubiertas de las capillas absidales. El agua les llega por canales ondulados.


                             Fig. -Otros ejemplos de caracoles en la Sagrada Familia de Barcelona, ábside lateral.

El caracol es un símbolo lunar ya que, lo mismo que esta luminaria atraviesa por diversas fases, el caracol alarga y acorta sus tentáculos de forma alternativa. Por ello, el simbolismo de este animal es rico en interpretaciones, aunque por lo general se le asocia a la continua transformacn y evolucn constantes, que muestra la regeneración periódica, un símbolo de muerte y renacimiento dentro del perpetuo retorno.
En la iconología de los pueblos de Mesoamérica se representaba al caracol como asociado a los diferentes dioses de los vientos. También algunos pueblos de cultura ancestral han relacionado el simbolismo del caracol con el nacer y el concebir debido, en parte, a la protección que le confiere su concha, recordando a la protección del útero materno.
Debido a la forma de su caparazón, el pueblo egipcio y su cultura interpretan el significado simbólico del caracol en el sentido relacionado con la espiral y, así, lo adoptan en su sistema de jeroglíficos y, es por tanto adoptado como símbolo por determinadas escuelas simbolistas, con la línea espiral y su sentido de innovación e involución.

Respecto a la concepción del tiempo, los mayas lo simbolizaban con un hombre viejo saliendo de un caparazón de caracol, es decir, de una espiral, para representar de esta forma lo cíclico del tiempo frente a la concepción de lo lineal.


                         Fig. - Templo de los caracoles emplumados, Teotihuacán.

El caracol se confirma como símbolo de generación de espiritualidad en estas representaciones en Teotihuacan: el rey Quetzalcóatl, adornado de plumas, relacionadas a los niveles superiores o vinculados con la realeza o la divinidad, parece nacer de un caracol, que en el centro de su cuerpo, nos sugiere la idea de que es la verdadera generación”, en el mundo espiritual, y éste requiere un largo camino hacia la perfección. Igualmente, queremos subrayar el sentido de camino espiritual simbolizado por la concha: Símbolo adoptado por el cristianismo como símbolo distintivo de los peregrinos medievales que iban al santuario de Santiago de Compostela. Con el mismo sentido está representada detrás de las estatuas de santos y profetas en las iglesias. También en este caso representa el concepto de “concha-cueva-oído”, para recibir y escuchar el sonido primordial y eterno, el Verbo, el mensaje de la vibración cósmica divina. Esta idea está muy claramente expresada en la obra teatral Representación de un sueño” del dramaturgo August Strindberg23, cuando la hija de los dioses enseña al poeta a escuchar la voz del cielo.

Entre los aztecas era símbolo de fecundidad, de concepción y hasta de erotismo debido sin duda a sus babas, concepto que aún va más lejos en Dahomey, donde se le considera como un receptáculo de esperma.


En las culturas mediterráneas y quizás por una deformación degenerativa de esta simbología, ha sido considerado como comida afrodisíaca que elevaba el poder sexual de los que los consumían.

1   AUGUST STRINDBERG (1901)“El sueño (Ett drömspel, drama)

Entre las culturas aztecas, mayas e incas hay divinidades estrechamente relacionadas con dicho símbolo, como hemos referido con anterioridad. Es el caso de Tlaloc, el dios de la lluvia, que era representado saliendo de la boca de un gran caracol espiroide; Tepeyollotli, dios de las cavernas, al que se le observaba soplando un cuerno marino; y la conocida figura del dios Quetzalcoatl, estrechamente relacionado con los caracoles marinos, dado que es el dios de la fecundidad y los vientos, surgiendo de uno de ellos mismo. Para los aztecas, la caracola estaba unida al momento de la concepción y el parto.

En España, la concha es el símbolo de la prosperidad de una generación sobre la anterior, por ello sus portadores místicos eran los segadores.

En India, que toma el nombre de SANKHA, la concha simboliza el sonido primigenio, origen de la materia y el universo. Los seguidores de Siva portan una para sus rituales, usándose completamente blanca en señal de pureza, representa el sonido sagrado del Dharma.

En la cultura tibetana, la concha se talla y decora con símbolos budistas y mantras mágicos, para rituales especiales, la ornamentan con sumo gusto y destreza usando plata y piedras semipreciosas, como la turquesa o el coral tibetano.

Para los precolombinos fue algo s. Como instrumento musical tocado por sus dioses se convirtió en el símbolo de lo inefable, centro de afecto como cáliz mediador para tratar de llegar a lo desconocido.

El Máma (Chamán o brujo) estudia al niño y le pone un nombre de acuerdo con el lugar y día de su nacimiento, con la familia a que pertenezca, con las características físicas propias y las de sus padres. Le coloca una “seguranza”, pulsera de cuerda con semillas o caracoles que evita las enfermedades. Los niños llevan caracoles alargados llamados “siriches”, que simbolizan el miembro viril y las niñas muruchos”, caracoles redondeados que simbolizan su sexo.

Junto con el cuerno o asta, la Concha es uno de los instrumentos más antiguos de la humanidad. El hombre prehispánico de México sentía en el viento la presencia de Dios. Pero no concibió su palabra hasta que el viento salió a través de un caracol marino. Entonces fue cuando el caracol se convirtió en el instrumento de la Palabra divina”.

En la simbología esotérica, las conchas de mar indican el mercurio (el yin, principio femenino, el vacío, el pasivo) que todavía no ha recibido el azufre (el yang, principio masculino, Verbo-Germen creador, llama creadora).

Con estos antecedentes y ante la diversidad de símbolos acuáticos, las conchas son el verdadero emblema del agua: escondidas en las profundidades del océano, en los lagos, en los ríos, imbuidas de la sagrada fuerza del abismo, llaman en asociación las lluvias, la humedad, el origen de la vida y la fecundidad del mundo; siendo el agua el elemento primario del origen de la vida, estas imágenes nos hablan del mismo principio, del concepto que de “agua” llega a “generación”. En la forma en espiral del caracol también podemos reconocer el símbolo del principio de la espiral de energía ascendente y creadora, de la cual es manifestación viviente y simbólica en el mundo manifestado.

Sin embargo entre los numerosos seres de carácter perverso del imaginario medieval, uno de los más curiosos es el caracol. Aparece en numerosos manuscritos medievales de origen británico, francés y germánico de los siglos XIII al XV como oponente de valientes caballeros, pero no hay teorías claras que expliquen qué es lo que representaba exactamente. Y curiosamente, desaparece de toda literatura e imaginario popular, en Occidente. Curiosamente en algunos de los manuscritos conservados de los siglos XIII y XV de la literatura occidental, el gran oponente del caballero medieval es un caracol, un elemento amenazante presente en salterios y libros de horas principalmente de origen británico, francés o alemán. Da igual la presencia que el caballero imponga, vaya a pie o a caballo, lleve cota de malla o pelee a cuerpo descubierto, y que el animal sea a su vez representado a tamaño natural, tan grande como un dragón o a gran escala, ocupe una página completa y se encuentre de forma marginal bajo el pie del caballero… lo cierto es que el héroe por lo general aparece aterrado o al menos preocupado, por este diminuto oponente.


Fig. - Los Decretos de Smithfield (Decretos de Gregorio IX con glosa ordinaria), Tolouse, ca. 1300, ilustraciones añadidas en Londres, ca. 1340 (British Library, Royal 10 E IV, fol. 107r).



Fig. - The Rutland Psalter, Inglaterra, ca. 1260 (British Library, Add 62925, fol. 48r).

Hasta el momento, su significado se ha perdido en la noche de los tiempos los estudiosos, no se han puesto de acuerdo a la hora de definirlo: entre las diferentes explicaciones probables, han planteado la posibilidad de que la lucha del caballero contra el caracol pudiera representar el intento de los campesinos por oponerse al poder de una aristocracia opresiva, como una plaga, una representación de los trepadores, un insulto a los arribistas sociales o incluso, como un símbolo de la sexualidad femenina. Es posible que estas imágenes podrían haber significado todas estas cosas y más en un momento u otro. Es importante recordar cómo Michael Camilo, una vez escribió: la imaginería marginal carece de la estabilidad iconográfica de una narrativa religiosa o un icono. Este motivo fue parte de una rica tradición visual que hoy podemos entender imperfectamente, pero esto no es óbice para que dejemos de intentarlo”.


Existe también una tendencia que quiere considerarlo como un posible símbolo cristiano cuyo significado se habría perdido con el paso del tiempo, dado que se utilizaba de forma marginal en los libros religiosos.

El primer intento por relacionar al caracol con una interpretación religiosa data de mediados del siglo XIX. En 1850, el bibliófilo conde de Bastard sugirió la teoría de que la imagen del caracol pretendía representar la Resurrección, al descubrir estos moluscos en dos miniaturas de la resurrección de Lázaro. Lilian Randall, en su estudio sobre el tema, propuso que el caracol era un símbolo de los lombardos, un grupo difamado en la Alta Edad Media por su conducta traidora, práctica de la usura y un comportamiento nada caballeresco. Otra posible explicación que proponía la autora era que quizás esta representación simbólica formaba parte de una broma de la época que ridiculizaba a la caballería fuertemente armada de la época.

Esta interpretación explica por qué el caracol es tan frecuentemente visto como el antagonista de un caballero con armadura, pero no explica por qué el caballero se representa a menudo en el lado perdedor de esta batalla o por qué ésta imagen en particular se hizo tan popular en los márgenes de salterios o libros de horas. De forma más reciente, la medievalista Lisa Spangenberg, en el artículo de la revista Smithsonian Why were medieval knights always fighting snail?” defendía la teoría de que el caracol luchando contra el caballero puede tratar de recordar al lector que la muerte es algo inevitable, una idea que surgiría del salmo 58 de la Biblia: «Que sean como el caracol, que se disuelve según se arrastra; como los que nacen muertos, que nunca ven el sol».

Sin embargo, la revista Patheos, en el artículo Medieval warrior snails”, esbozaba otra teoría alternativa partiendo de este mismo salmo. En su opinión, el caracol simbolizaría un enemigo que no es tal, que es vencido, aunque cualidades como su lentitud y el estar armado obliguen al caballero a embestir contra él sin descanso.


Fig. - Caballero a caballo contra caracol. Batalla en los márgenes, procedente de Li Livres dou Tresor, de Brunetto Latini, datado entre 1315 y 1325.
Aún existe otra teoría s, esta vez relacionada con la lucha de sexos y el menosprecio hacia la mujer en el imaginario medieval, ya que, en ella, el caracol encarnaría la tentación y el pecado que hay que combatir. Su impulsor habría sido Egbert Haverkamp-Begemann, quien en su obra Dibujos europeos de los siglos XV al XVIII en la colección de Robert Lehman, apuntaba la posibilidad de que el caracol representara la lujuria femenina. Según este autor, en la antigüedad el caracol simbolizaba la perversidad, y de hecho las prostitutas eran denominadas
«caracoles». Por otra parte, según Haverkamp, en el folclore de los países alpinos el caracol simboliza tanto la feminidad como el renacimiento. En su opinión, si tomáramos en cuenta esta connotación sexual, no sería coincidencia que el caracol fuera representado en el suelo, sin responder a los posibles estímulos de su jinete, y que dicho jinete fuera representado erguido con alas de pájaro como arma, como en la ilustración posterior, (en alemán, vogel significa pájaro, y vogeln quiere decir fornicar)”. Esta teoría enraizaría con la idea ancestral por la que el caracol se considera un símbolo lunar femenino, cuya espiral representaría tanto el infinito como el útero.


Fig. - Caballero contra caracol: el ataque de los caracoles, representado en el salterio de la reina Mary, Inglaterra, 1310-1320.



Éste texto se ha extraido de los libros de éste autor...


 y del libro Gargolarium, Objeto de su tesis doctoral en 2013...Pubicada en 2015


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